La vieja ruta de las caravanas “Darb al arbein”
y el oasis Kharga en la antigüedad
 
 

La vieja ruta de las caravanas llamada “Darb al Arbein” cuya traducción literal sería “el camino de los 40 días”, posiblemente haciendo referencia a la duración del viaje a su través, unía lo que es actualmente el Noroeste del Sudán con el Valle del Nilo en Egipto. El estudio de esta ruta constituye un importante elemento para entender la infraestructura, asentamiento, economía y política del Oasis Kharga situado en el suroeste de Egipto.

La importancia de la ruta para comercializar y comunicar el desierto oeste del Sahara desde Kobbe, en Darfur, hasta Assiut, en el valle del Nilo, 1770 km en total, radica en las fuentes de agua y pequeños oasis que están ubicados durante su recorrido, separados entre dos y tres días de marcha. Esto hace de esta ruta un importante canal estratégico. Según Rosi, los romanos ya supieron ver la importancia de esta ruta y construyeron una cadena de fuertes ó asentamientos fortificados, siete exactamente, custodiando Darb al Arbein.

Foto: Trazado ruta Darb al Arbein

El mayor apogeo de tráfico de caravanas entre Egipto y Sudán se dio los últimos años del SXVIII (caravanas de 2000 camellos) y principios del SXIX (algunas excedieron de 10.000 camellos). La mayoría de ellas aumentadas con esclavos africanos que hacían el camino a pie. Fue en este período de intenso tráfico a través de Darb al Arbein cuando un grupo de viajeros, a través de sus diarios de viaje, generaron las evidencias documentales de la importancia de esta ruta (el artículo publicado por Shaw en 1929 es uno de los más destacados al respecto). Pero para relacionar el modelo de caravana del SXIX a través del Sahara oriental con la relación comercial establecida entre Egipto y Darfur en la antigüedad a través de esta ruta comercial, hay que considerar las evidencias comerciales a través de caravanas desde cualquier punto de África donde la investigación está más avanzada que en Egipto.

A pesar de ello, descubrimientos recientes como los de Gilb Kebir en el suroeste de Egipto muestran la posibilidad de expediciones entre el Valle del Nilo y el África Sub-Sahariana durante el Reino Antiguo. Este hallazgo justifica la relevancia en la extensión de las comunicaciones faraónicas a través del Sahara pero no evidencian una regularidad de expediciones comerciales.

Para disponer de evidencias escritas habrá que esperar a que Plinio y Estrabón escriban acerca de los intercambios comerciales entre cartagineses y garamateos (habitantes de la actual Níger que comercializaban con piedras preciosas del África Sub-Sahariana). Posteriormente, estas relaciones comerciales se establecerían con Roma tras su conquista sobre Cartago en el 202 ac. Según el estudio de Garred, en el SIII d.c ya existía un comercio regular trans –sahariano ya que aparece un intercambio de monedas y piedras preciosas. Gracias a las evidencias escritas de épocas recientes, la vieja teoría de que el comercio a través del desierto estimuló el crecimiento del África sub-Sahariana ha sido desbancada por la idea de que sólo organizaciones políticas estables pueden desarrollar satisfactoriamente mercados seguros.

El análisis que hizo Adam acerca de las relaciones comerciales entre el Antiguo Egipto y Sudán, refleja de una forma similar que el comercio en el Nilo dependía de la articulación de dos sistemas: Un sistema egipcio de manufactura/producción y un sistema propio de captación en el Nilo Alto. Estos dos sistemas debían de estar establecidos y en marcha antes de que las relaciones comerciales pudieran sentar sus bases. El tráfico comercial entre zonas separadas largas distancias requería de mercados estables para realizar los intercambios. Los productos comercializados a través del Sahara con más valor eran productos tropicales y forestales, marfil, pieles de animales, plumas de avestruz, piedras preciosas, cerámica...

En cuanto a la sospecha de relaciones comerciales entre Darfur y Kharga, ésta se remonta al Reino Antiguo. Esta idea fue expuesta por Arkell a partir de la interpretación realizada de las inscripciones de la tumba de Harkhuf, gobernador de la D.VI del Alto Egipto, que, siguiendo las instrucciones de Merenre y Pepi II, realizó cuatro viajes de explotación. Estas inscripciones hablan de viajes de caravanas hasta la tierra de Yam a lo largo del camino de Elefantina, donde se adquirirían productos como incienso, marfil, ébano, pieles de leopardo. En estas inscripciones no se alude a intercambio de productos traídos por Egipto para el Yam pero sí que éstos aparecen reflejados en las inscripciones entre las rocas del Valle del Nilo hasta la segunda catarata. A pesar de esto, en las inscripciones de la tumba de Harkhuf no hay datos que hagan pensar que estas rutas se realizasen a lo largo de todo el recorrido de Darb al Arbein.

Foto: Oasis de Kharga

Posteriores interpretaciones a Arkell, situaron el Yam en Durqul y otras en Kerma, en la alta Nubia. Finalmente, esta diferencia de opiniones fue concluida por Goedicke argumentando que el Yam comprendía un extenso territorio tribal que comprendía los oasis de Kharga, Kurfur y Dunqul. Recientes interpretaciones de la tumba de Harkhuf indican que la ruta entre Kharga y Nubia ya era conocida y utilizada en tiempos antiguos. Esta ruta crea cierto desconcierto ya que es difícil ver las ventajas de una ruta por tierra cuando realizarla por el Nilo era todavía posible (finales del período romano). Dos factores fueron los que propiciaron esta situación: Por un lado, el rápido agotamiento de los recursos comerciales en los alrededores del Nilo a la altura de Sudán, y por otro lado, una migración de nubios hacia Sudán noreste durante la segunda mitad del S.IV.

Por todo lo expuesto anteriormente no hay evidencias sustanciales arqueológicas ni textuales, pero sí hay evidencias circunstanciales que sugieren la existencia de un comercio regular entre Egipto y el oeste de Sudán vía oasis de Kharga.

Foto: Imagen caravana de camellos

Por otro lado, sí que existen evidencias consistentes para creer que existía un tráfico regular y bien organizado entre Dakhleh, Kharga y el Valle del Nilo durante el período romano. El oasis del Dakhleh generó un rápido desarrollo agrícola y un crecimiento de población considerable durante el SI d.c. Sus productos, principalmente, estaban destinados a la exportación: Cebada, trigo, algodón, aceite de oliva, vino, dátiles...

Winlock, durante sus viajes en la primera mitad del SXX describió numerosas estaciones de agua entre Dakhleh y Kharga. Ha de distinguirse este tráfico comercial entre Dakhleh y el Valle del Nilo del tráfico hipotético a lo largo de Darb al Arbein y otras rutas trans-saharianas. El tráfico comercial entre el oasis Magna (nombre de la unión de los oasis de Dakhleh y Kharga en el Egipto romano) y el valle del Nilo durante los SII y III a.d. estaba bajo la esfera administrativa romana. Hay documentos que hablan de estos negocios y sus participantes. Por otro lado, históricamente el comercio trans- sahariano se ha dado sobre productos de alto valor pero en pocas cantidades y con productos duraderos, mientras que los intercambios locales a través del desierto occidental habían sido con productos de menor valor pero en mayores cantidades. Los productos transportados entre el oasis Magna y el Valle del Nilo eran transportados rápidamente ya que eran perecederos.

Foto: Oasis Dakhleh

Esta teoría no está refutada por los hallazgos arqueológicos ya que se han hallado puntos de depósitos de agua a lo largo de las rutas de Dakhleh, Kharga y el valle del Nilo no habiéndose encontrado ninguno en la zona sur de Darb al Arbein a la altura de Kharga.

A modo de síntesis final, no existe evidencia clara de que en el inicio de la antigüedad existiese comercio entre Darfur y Egipto. Sí que hay evidencias circunstanciales de que estas relaciones comerciales prosperaron durante el período romano. Como apunte final, sí que hay una alta probabilidad de que un tráfico considerable de caravanas cruzaran Kharga entre Dakhleh y el Valle del Nilo.

Inma García

 

 

Volver